“Un día empezamos a caminar. Hasta que de pronto ya no había más para seguir subiendo”...

Una gran experiencia que finalmente se hizo realidad es como puedo describir mi viaje y ascenso a la cumbre del Monte Everest.

Como Guía de Alta Montaña con 24 años de experiencia y más de 50 cumbres en Aconcagua, Profesor de Educación Física y de deportista de la naturaleza he dedicado prácticamente toda mi vida a transitar por cuanto lugar me parezca interesante y tratando de que la forma de transitarlo sea la correcta. De esta manera he podido viajar y escalar desde la Patagonia pasando por toda Sudamérica y cruzar el charco a los alpes; recordando sin duda mis años de trabajar como pescador de salmón y cangrejo en Alaska.

Es así que como sueño latente en todo guía de montaña siempre está el poder jugar en los grandes estadios y esto es sin dudas el Himalaya. Lugar que no resulta tan fácil de acceder debido a los costos o aún más difícil que es lograr trabajar como Guía en una expedición. Varios lo han logrado y lo siguen haciendo: Matoco, Ceppi, Galván, Corbalán, Armesto, Damián y Willy Benegas, Orona, Pilotta, seguro de alguien me olvido.

Finalmente llegó mi momento y en Marzo de este año uno de mis clientes con quien hicimos cumbre en Aconcagua en febrero, quiso que yo fuera su guía personal en Everest. Y así llegamos el 28 de marzo a Katmandú, para empezar una aproximación de unos 10 días al campo base, lo que sin dudas constituye un viaje aparte y una mezcla de magia y mística que va preparando el espíritu para tratar de entender la grandeza de la “Gran Montaña”.

Gran Montaña, es la primera descripción que hago a todo el que me pregunta ¿Cómo es? Sin dudas puede parecer una obviedad que una Montaña de 8848 m. La más alta de todas las montañas va a ser alta y grande. Pero sigo insistiendo, en que todo es a otra escala y eso también le otorga el lugar que se merece por lo que nadie puede sentirse decepcionado al creer que será fácil de subir.

Así llegamos al campamento base, lugar donde pasaríamos 30 días antes del ataque final a la cumbre. Durante esos 30 días se realiza una semana de entrenamiento en el glaciar donde se enseña a todo el grupo el tránsito por glaciar y las técnicas necesarias para subir y bajar por las cuerdas.

También en este mes se sube en dos ocasiones hasta el campo 3 a 7100, esto a fin de ganar aclimatación y entrar en ritmo técnico. Digamos que como aclimatación se sube 2 veces el Aconcagua en un terreno sin dudas mucho más comprometido. En estas subidas y bajadas se pasa por el Glaciar del Khumbu o Cascada del Khumbu, que es un glaciar muy agrietado donde están las famosas escaleras.

Si bien está señalizado por donde se debe transitar es un lugar totalmente imprevisible donde se pasan muchas horas, normalmente 5 de subida y 4 de bajada, donde la mayor esperanza es que justo en ese momento no se le de por moverse y que empiecen a caer cosas. Por suerte este año no hubo muchos accidentes en este sector, aunque lamentablemente murió un Sherpa (paro cardíaco) y en la bajada final uno de nuestros Sherpas se quebró una pierna, entre otros accidentes normales.

Este mes de preparación del cuerpo y la mente conlleva un importante desafío ya que, si bien hay tiempo para descansar bastante, el desgaste físico es importante y uno de los aspectos más importantes es mantenerse “Sano”, ya que es muy fácil enfermarse. O contraer alguna infección.

Y llega el día en el que el pronóstico indica que es buen momento para comenzar la subida final o ataque a la cumbre. Toda la preparación y planificación toman forma en donde en una hermosa combinación de la experiencia y la inteligencia nos adentramos en jornadas exigentes hasta llegar al campo 4 a casi 8000 m.

Y me gustaría detenerme un poco en el hecho de que son muchos y pequeños los elementos que forman parte del juego aquí, pero que su importancia es crucial. Cualquier pequeño detalle olvidado o cualquier pequeño error puede dejarte fuera del juego, donde a estas alturas tal vez ya no hay posibilidades de un segundo intento.

Y así finalmente llega el día soñado… “El día De Cumbre”, donde si bien ayudados por el oxígeno. Es demasiado llamativo el peso de la mochila en la que se llevan 3 tubos de oxigeno de 4 kilos cada uno, mas el agua, botiquín, cuerda, comida, regulador y mascaras extras, etc. Pero allí estábamos felices ya que la montaña nos había dado esa posibilidad, la posibilidad de probar. Probar ya es un regalo, un éxito total, lanzarse ya constituye un éxito donde a veces el desenlace puede ser el esperado o no, donde podemos tener la famosa “Foto de Cumbre” o no…. Pero sin dudas lanzarse es el éxito y siempre agradecemos a la montaña que nos permite lanzarnos tan lejos como pretendemos.

Día de cumbre que no fue fácil, como Guía de Montaña no es lo importante llevar nuestra humanidad hasta la cumbre, nos debemos a lo que nos mueve, tratar por todos los medios que aquel que confió en nosotros pueda llegar arriba. Un día muy frío en el que a causa de las bajas temperaturas y el viento no quedaba otra que seguir moviéndose lo más rápido posible. 7 horas de subida nos depositaron en uno de los lugares más mágicos de la tierra, donde ya no quedaba más por subir y allí estábamos, pisando lo último que quedaba de suelo y agradeciendo con lágrimas a la pacha y a todos los seres queridos que nos habían empujado hasta allá.

Con los dedos de las manos y los pies muy fríos a pesar de los calienta manos y calienta pies, después de menos de 5 minutos en la cumbre emprendimos las rápidas 3 horas de bajada. Al llegar a la carpa me acordé que los dos litros de agua aún estaban intactos. Solo había podido comer una y media barrita energética, por que estaban en los bolsillos. El día había sido tan intenso y tan ocupado de otras cosas, que a veces no da lugar a lujos personales.

La felicidad es tan grande que a pesar de lo cansados seguimos la rutina de derretir agua y tratar de comer algo para pasar otra noche a casi 8000 m., tratar de reponer energías ya que aún quedan 2 días muy largos de glaciares grietas, cuerdas, y escaleras hasta llegar al base.

Tal vez una de las alegrías mas grandes que me traigo, es el saber que estaba preparado para tal desafío y con ello la urgencia de poder compartir con tantos amigos de la montaña esta alegría de saber que estamos preparados; como Montañeros Argentinos, donde nos hemos criado en la rudeza de los Andes, la alegría de saber que hay muchos argentinos a la altura de las circunstancias, sabiendo y compartiendo que no es una función privada, estamos para jugar en esos grandes estadios…

Ahora, en una mezcla de alegría y urgencia para procesar esta cumbre, me dispongo ya a preparar los bolsos para el K2. Si, el K2, la segunda montaña más alta del planeta con 8611 m, sin dudas merece el apelativo de “La Montaña de las Montañas”, que sólo un argentino ha podido subir: el gran Sebastián de la Cruz.

En 20 días debo estar en Pakistán, para esta vez con un nuevo grupo,
seguir disfrutando de esta hermosa profesión de ser guía.

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